PALABRA PROFÉTICA DEL MES DE SEPTIEMBRE 2016

Continuando en el año del conocimiento de Dios y su Palabra, queremos referirnos ahora a ciertas comparaciones que Jesús hizo de sus discípulos con algunos elementos muy reconocidos por los seres humanos; estos elementos están presentes en todo lugar en donde nos movemos; entre ellos están: al aire, al pan, la vida,  la luz, la sal y muchos otros que son inherentes en el diario vivir de los humanos.
Nuestro Rey Jesucristo en sus maravillosas enseñanzas sobre los valores del reino, se refirió a algunos de esos aspectos, comparando  los hijos de Dios a estos elementos, por ejemplo él dijo:
“Vosotros sois la luz del mundo”; “Vosotros sois la sal de la tierra”

Nos enfocaremos en este último: “Vosotros sois la sal de la tierra”.
Las explicaciones de estas figuras literarias de semejanza, responderán  las siguientes interrogantes:
¿Qué espera el  Padre Dios de sus hijos?; ¿Qué impacto debemos provocar en este mundo?, ¿En qué beneficia la presencia de los hijos de Dios en esta tierra?
Estas preguntas tendrán su respuesta al explicar las razones del por qué Jesús dijo:
“Vosotros sois la sal de la tierra”

Los expertos en química nos enseñan que la sal es la composición de dos elementos: Sodio y Cloro; esos dos elementos separados son  venenosos y por su puesto dañinos, pero unidos se convierten en Sal y esa sal tiene valor, da sabor, preserva y detiene al corrupción, produce sanidad y fácilmente se disuelve.

Con razón Jesucristo dijo que sus verdadero seguidores debemos ser sal de la tierra; quizá no todos seamos iguales en el reino de Dios, como individuos y como congregaciones tenemos muchas diferencias; somos desiguales en modos, formas, programas y métodos, que en nada afectan la sagrada doctrina de la Biblia. El problema no está en las diferencias que tengamos; sino en no mantener la unidad entre nosotros. La falta de unidad entre los hijos del reino, está envenenando a la gente que no conoce a Dios y peor aún por nuestra falta de unidad estamos siendo pisoteados por la gente.

Con razón Jesucristo en su oración pontifical al Padre dijo:
“Para que todos sean uno;  como tú,  oh Padre,  en mí,  y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros;  para que el mundo crea que tú me enviaste
Juan 17: 21. (Énfasis añadido)
Conociendo el deseo de nuestro Rey Jesucristo, debemos comprender que su anhelo es que aunque seamos diferentes, debemos permanecer unidos en Él; debemos determinar dejar de vivir separados y mucho menos odiándonos unos a otros; porque desunidos nos convertimos en veneno y piedra de tropiezo para los candidatos a nuevos integrantes del Reino de Dios.
Muchas veces nuestros rencores y odios son fruto de la inmadurez;  no hemos entrado en la etapa de adultez espiritual; el odio es motivado por celos, envidias, rencores y falta de perdón.
Nuestra falta de unidad la camuflamos al considerarnos los dueños absolutos de la verdad y creemos erróneamente tener la exegética correcta de interpretación escritural.

¡Pueblo de Dios¡ estamos llamados a conservar la unidad, para dilucidar que somos Sal de la tierra; cuando aprendamos a ser unidos, nuestro valor y nuestra influencia será extraordinariamente impactante en este mundo.

Bendiciones de ser Sal de la Tierra.

  • La sal por si misma tenía en tiempos antiguos un gran valor; en el pasado la sal pura servía como moneda de transacción comercial, de allí se derivó el vocablo “salario”. Los hijos del reino de Dios debemos mantener nuestro valor por medio de la unidad; la falta de unidad nos devalúa y perdemos peso de gloria; una persona desvalorizada no provoca impacto alguno en nadie.
  • Como condimento la sal es indispensable; por edades, desde el hogar más humilde hasta el más encumbrado tendrá necesidad de sal en su cocina y mesa. Hay una llamado a dar sabor a este mundo insípido; no importando la posición social, el mundo sin Dios no tiene sabor; por lo tanto necesitamos presentar el reino de Dios por medio de nuestro modelo de vida; solo así podrá el mundo ser influenciado positivamente, solo por nuestro testimonio la gente tendrá un encuentro con Dios.

Pablo dijo:
“Andad sabiamente para con los de afuera,  redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia,  sazonada con sal,  para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”
Colosenses 4: 5 - 6.

  • La sal siempre ha sido un gran preservante. Desde que existe el hombre la sal ha preservado de  corrupción al pescado y las carnes. Jesucristo nos encargó esa función y claramente dijo “Sal de la tierra” nuestra función  está estipulada a la tierra; consiste en detener la pudrición espiritual y moral de este sociedad, la mejor manera de detener dicha descomposición es “siendo sal”. Cuando perdemos el sabor y vivimos fuera de los parámetros establecidos por Dios, nos convertimos en el hazmerreír de los hijos de las tinieblas.

Seamos sal en nuestra forma de hablar y en la forma de vivir en todo campo de la vida humana en donde estemos.

  • La sal era utilizada como medicina purificadora. La historia sagrada nos habla que el profeta Eliseo purificó las aguas contaminadas con sal.

 “Y saliendo él a los manantiales de las aguas,  echó dentro la sal,  y dijo: “Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas,  y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad”. 2 Reyes 2: 21.
El mundo es un estanque de aguas contaminadas de odio,  guerras, degeneración, violencia, injusticia, mentira y muchos otros males que hacen de este mundo un sitio en donde se respira muerte, hedor y dolor. Dios desea que sus hijos “La Sal de la tierra” marquen la diferencia y sean la medicina purificadora para este mundo enfermo. Solo con un estilo de vida de santidad concordante con nuestros mensajes, nos convertirán en medicina para todo el que desea acercarse a Dios.

Estamos llamados como Sal de la tierra,  a esparcir en todas las esferas de este universo el sabor de Dios y así influenciar con los valores del reino a este mundo repleto de anti valores.
Si como sal nos aislamos cada cual en su propia denominación e iglesia, seremos sal entrojada que no impacta a la humanidad que esta fuera de la troja; seríamos como riqueza almacenada que aunque tiene valor no sirve para nada.
Se dice que uno los mares más ricos en minerales en el mundo, es el Mar Muerto, pero al estar estancado y no dar bendición se hace estéril; sus aguas tienen tanta saturación de sal que se vuelven dañinas para la salud de los que tienen contacto con ellas; no existen peces que sobrevivan en ese mar y hasta los humanos que se bañan prolongadamente en sus aguas son afectados. Todo este fenómeno dañino se da porque la sal saturada en un solo lugar daña en vez de beneficiar.

Las congregaciones deben sacudirse el espíritu de Mar Muerto y salir de sus cuevas (templos) a las diferentes esferas de la sociedad para impactar a los hombre y las mujeres, a los niños y jóvenes, a los pobres y ricos, a los sabios e ignorantes, a los gobernantes y gobernados y a todos los humanos con el mensaje restaurador del Evangelio de Jesucristo.

Debemos mezclarnos en las aguas de la sociedad con el fin de curar y dar sabor e influenciar positivamente a nuestra sociedad, erradicando de esa manera la simpleza y contaminación lastimosa de este mundo.

Jesucristo en su oración expreso:
“No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” Juan 17: 15.
En la versión del Profeta Jeremías dice así:
“Por tanto,  así dijo Jehová: Si te convirtieres,  yo te restauraré,  y delante de mí estarás;  y si entresacares lo precioso de lo vil,  serás como mi boca.  Conviértanse ellos a ti,  y tú no te conviertas a ellos”.
Jeremías 15: 19.

Así como la sal es incomoda a las heridas, debemos incomodar al pecador por su vida torcida de pecado y con nuestro estilo de vida de santidad, amor y compasión; logrando que los pecadores se avergüencen de sus pecados y se conviertan a Dios.   

Determinación del mes:

En el año del conocimiento de Dios el llamado que él tiene a sus hijos es que seamos la verdadera Sal de la tierra, marcando la diferencia entre la luz y las tinieblas.
Determinamos entonces como hijos del reino de la luz romper con el ciclo de la desunión entre hermanos y a pesar de nuestras diferencias personales y eclesiásticas, determinamos en medio de la diversidad, ser ejemplo de unidad en el cuerpo de Cristo.
Levantamos nuestro verdadero valor como hijos del reino y nos proponemos dar sabor de vida, promoviendo por medio de nuestro ejemplo valores del reino tales como el amor, la unidad, la sinceridad, la transparencia, la fidelidad, la responsabilidad, la verdad, el respeto, la paciencia, la justicia, el gozo y muchos otros valores que como hijos de Dios debemos hacer resaltar.
Nos proponemos ser la medicina que este mundo necesita; que la luz de Dios y el sabor del reino influencien a los demás, dando vida al mundo pestilente y descompuesto por sus delitos y pecados.
¡Seamos sal de la tierra¡

 

Angel Emilio y Miriam Ortez.
PASTORES GENERALES DE MEI.